La firma manuscrita tiene su origen en la antigüedad. Desde hace miles de años y hasta hace relativamente poco tiempo, este grafo manuscrito apenas había evolucionado. Tras la digitalización de los procesos, incluyendo especialmente aquellos relativos a la aceptación del contenido de un documento, la firma manuscrita se ha digitalizado.

La evolución digital de la firma manuscrita culminó hace un tiempo en el concepto de firma electrónica. Este concepto jurídico equivalente a la firma manuscrita, recoge una serie de datos electrónicos que están inequívocamente vinculados a un documento digital.

La forma que adopta la firma electrónica y los distintos métodos para que esta pueda ser legítima en el formato digital puede variar, desde la firma electrónica basada en patrones biométricos de la persona hasta tarjetas de coordenadas o dispositivos NFC.

Descubre aquí cómo funciona la firma electrónica a través de la identificación facial.

La firma manuscrita y sus usos

La firma manuscrita o rúbrica, también denominada firma ológrafa, se utiliza para identificar jurídicamente a una persona. Se compone de una serie de trazos gráficos, también denominados grafos, que pueden o no contener el nombre de la persona que representa. 

Se realiza generalmente a mano y debe tener rasgos únicos y característicos para representar correctamente a la persona que la ha realizado, evitando el fraude o la falsificación.

La firma manuscrita viene utilizándose para distintas aplicaciones, aunque sobre todas ellas destaca la de aceptación del contenido de un documento. Si bien es cierto que la firma manuscrita se utiliza de forma cotidiana para indicar la autoría de, por ejemplo, una carta, sus fines principales se corresponden con los de autorización, consentimiento o aprobación.

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Soluciones digitales de firma electrónica

Con la digitalización de los procesos y la penetración de los dispositivos digitales en las actividades productivas, la firma manuscrita se ha digitalizado al igual que los métodos de verificación de identidad. El resultado de la digitalización de la firma manuscrita es la firma electrónica. 

Como veníamos introduciendo al principio de este artículo, la firma electrónica se utiliza para firmar documentos digitales y aceptar condiciones en determinadas gestiones online con fines jurídicos, bancarios o representativos. En muchas ocasiones, sobre todo en sectores como el bancario y financiero o telecomunicaciones, la firma electrónica es un requisito obligatorio para gran parte de las gestiones.

Firmar electrónicamente conforme a los estándares establecidos, asegura una prevención del fraude y del riesgo adecuada además de cumplir con los estándares y controles AML (Anti-Money Laundering) requeridos. De esta forma, el uso y los tipos de firma electrónica se configuran de la siguiente manera:

  • Firma electrónica simple: Se conoce así al conjunto de datos digitales unidos junto a otros o relacionados de forma inequívoca que se utilizan para identificar a un firmante. No tiene requisitos adicionales.
  • Firma electrónica avanzada:Este tipo de firma, además de identificar al firmante, detecta cualquier cambio posterior realizado en los datos firmados en la propia firma y es de control exclusivo y protegido del usuario.

Consulta en este artículo todos los detalles sobre la firma electrónica avanzada.

  • Firma electrónica cualificada: También denominada como firma electrónica reconocida, se basa en un certificado electrónico oficial generado a través de un dispositivo certificado de creación de firma. Es similar a la avanzada, aunque debe ser emitida por una autoridad de certificación.

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Teniendo en cuenta las características de los distintos tipos de firma electrónica, podemos observar cómo esta firma mejora sustancialmente con respecto a la forma tradicional de firmar documentos. Igualmente, gana versatilidad ya que existen distintas formas de generar los datos identificativos que reconocen y legitiman la identidad del firmante: desde reconocimiento facial o de huella hasta el tradicional grafo manuscrito.

La firma electrónica manuscrita digitalizada 

La firma electrónica consta de dos partes fundamentales: el contenido a ser firmado y los datos que representan al firmante. Estos datos deben ser una prueba legítima que represente la identidad de la persona. El uso de la firma manuscrita como prueba de verificación de identidad es perfectamente válido para realizar una firma electrónica sin problema y cumpliendo con los estándares pertinentes.

La creación de esta prueba y su asociación a un contenido o documento para firmarse es sencilla y sólo se necesita un dispositivo con pantalla táctil y el software adecuado. Desde un cajero automático o terminal de la red de la compañía hasta un móvil, tablet o dispositivo similar tanto en una oficina de la empresa o institución como en remoto, el proceso discurre de la siguiente forma:

  1. El documento que se va a firmar se muestra al usuario, pudiendo chequearlo el tiempo que desee.
  2. El usuario lee el documento y hace clic en el botón de firmar.
  3. Se solicita al usuario que firme en la pantalla con su firma manuscrita.
  4. El documento ha sido firmado electrónicamente con un certificado electrónico de persona física y un sello de tiempo cualificado.

De esta forma, la firma manuscrita digitalizada se ha llevado a cabo con garantías y a través un proceso ágil y cómodo. Es una solución que puede presentar más familiaridad para muchos usuarios de mayor edad que el reconocimiento facial biométrico, ya que podrían desconfiar de este tipo de tecnologías innovadoras. 

Por eso, en eID, apostamos por soluciones integrales en las que el usuario pueda decidir con qué método desea verificar su identidad para la realización de una firma en un proceso de contratación o aceptación del contenido de un documento.

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